En mi caja huele fuerte,
a días sin lavarme,
a maneras de colocarme,
a pasión por ganas de verte.
Musgo en cada esquina
y de tamaño menguante,
con una ventana cristalina
para ver tu mirada distante.
Y que puedas ver mi máscara sonriente
mientras por dentro sangran heridas,
sufro, lloro y lamento mis vidas.
¿Mostrarme como soy?
Siento no ser tan valiente.
Allá donde se marchita la vida,
parecen florecer los sueños
y sin juicios, ni grandes ni pequeños,
sin que sean devorados por una rata,
ni aparezca el malvado que los mata.
Pero, ¿Son reales?
nunca les dejo salir
por miedo a todos los males.
Soy un cobarde sin finales,
dispuesto a todo por no sentir.
Aunque, a veces,
la esperanza viene a verme,
y, como si no supiera que va a joderme,
me creo sus memeces.
Mas luego, vuelvo a mirar,
a ti, o al mundo que perteneces,
y el valor que tendría que sacar
no compensa la sangre que voy a derramar.
Y así me quedo,
en mi segura caja,
solo, pero sin miedo.
Y ante una realidad
que me corta cual navaja,
perdona si retrocedo,
pues mi corazón ya resquebraja.
Porque quiero, y porque puedo,
porque ya me rendí al miedo,
porque así vivo con ventaja,
porque su entorno me relaja.
Los de fuera no son culpables,
pero dentro, son más amables.
Si pido ayuda, saldría lastimado,
mejor me quedo en mi caja
hasta morir asfixiado.
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