Herido y roto, acabé mi cruzada,
yo, que la gloria buscaba,
y obtuve una risa enlatada,
me di cuenta que allí estaba
Ella,
que aunque la más bella
también la más rechazada
Ella,
que se lleva todo lo que amo
haciendo sitio al futuro
Ella,
que se lleva todo lo que temo
dejando en mí un recuerdo oscuro
Ella,
a veces desnuda,
a veces de gala,
cuando caigo en sus encantos
la gente me señala,
ignorantes que piensan
que es la mala,
cuando, de la paz eterna,
ella es la antesala.
Podrá cualquier amante
invitarme a una copa,
parecerme interesante,
quitarme la ropa.
Placeres mundanos,
pues ella me invita a conocer,
solo cita verdades
saciará todas mis necesidades
mientras nuestras almas desnudamos.
Cuando la vida me haya derrotado
me librará de donde estoy preso,
esa dama me regalará un beso
y empezaré una eternidad a su lado.
Mas no tengo prisa,
aún estar ya preparado,
a ti, lector, que tu tiempo me has regalado
quisiera darte una sonrisa,
un beso, un abrazo,
y decirte, camarada,
no le tengas miedo a mi amada
pues todos dormiremos en su regazo.
Brindemos ahora hasta rabiar,
que sin mañana debemos celebrar
perderle por fin el miedo a su lazo
yo, que la gloria buscaba,
y obtuve una risa enlatada,
me di cuenta que allí estaba
Ella,
que aunque la más bella
también la más rechazada
Ella,
que se lleva todo lo que amo
haciendo sitio al futuro
Ella,
que se lleva todo lo que temo
dejando en mí un recuerdo oscuro
Ella,
a veces desnuda,
a veces de gala,
cuando caigo en sus encantos
la gente me señala,
ignorantes que piensan
que es la mala,
cuando, de la paz eterna,
ella es la antesala.
Podrá cualquier amante
invitarme a una copa,
parecerme interesante,
quitarme la ropa.
Placeres mundanos,
pues ella me invita a conocer,
solo cita verdades
saciará todas mis necesidades
mientras nuestras almas desnudamos.
Cuando la vida me haya derrotado
me librará de donde estoy preso,
esa dama me regalará un beso
y empezaré una eternidad a su lado.
Mas no tengo prisa,
aún estar ya preparado,
a ti, lector, que tu tiempo me has regalado
quisiera darte una sonrisa,
un beso, un abrazo,
y decirte, camarada,
no le tengas miedo a mi amada
pues todos dormiremos en su regazo.
Brindemos ahora hasta rabiar,
que sin mañana debemos celebrar
perderle por fin el miedo a su lazo
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