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Estamos en guerra

Aunque no lo digan en las noticias, da igual: estamos en guerra. Las noticias siempre maquillan la realidad dependiendo de su intención. Tampoco necesitamos que se reconozca como tal. Podemos decir que un pez-espada es un girasol, pero cuando lo plantes para conseguir pipas y aceite, posiblemente se muera y empiece a apestar, igual que tu vida aunque creas que puedes vivir en paz.
Fijaos, estamos en eterno conflicto, cada día es “algo a superar”, nos educaron para ver a todo el mundo como nuestro rival, para que absolutamente en todo se deba ser más que el otro, para machacarle, para desacreditarle… Hasta incluso lo absurdo, se ven competiciones sobre quién creció en un peor barrio, quién tiene peor moral, quién es más desgraciado… Porque esas son sus defensas, parecer o más desvalido o más peligroso. Apelar a la misericordia o al miedo para posicionarse en una jerarquía fugaz.
En las guerras se normaliza el sufrimiento, el constante estado de alerta… igual que en nuestras vidas ordinarias. Se normalizan e ignoran los malestares rutinarios, depresiones, enfermedades mentales, desgracias… hasta el punto de que alguien pueda vivir literalmente un infierno personal desde que nace hasta que muere.
En las guerras, los bandos tergiversan la realidad y abandonan todo tipo de moral para centrarse en el objetivo. Mienten, ocultan, manipulan… creyéndose o haciendo creer a sus seguidores que el fin justifica los medios. Creyéndose o haciendo creer que su causa es la única justa y debe imponerse a toda costa, sin importar las consecuencias. Creyéndose o haciendo creer que el sufrimiento que cause está más que justificado, porque creen y hacen creer que ellos están por encima de las normas de la paz. Igual que todo tipo de convicción social, moral o ideológico jerarquizado y/o que acepte palabras radicales entre sus argumentos, de los cuales seguro que eres miembro de uno o más.
Ya veis, llevamos viviendo en guerra desde que nacimos. No sabemos lo que es la paz. No podremos pedir paz hasta que sepamos lo que es, ¿no creéis?
El único sitio donde la palabra “paz” cobra verdadero sentido es en la frase “descanse en paz” dedicada a los que hayan muerto. Están libres de ataques y de la obligación de atacar, están libres de ignorancia, de mentiras, de manipulaciones, no deben escoger bando ni repudiar al resto de bandos.
Paz sería no estar con un sentimiento de alerta perpetuo, no sentir la necesidad de posicionarse encima de otros. Paz sería ser libre de todo sufrimiento, de la ignorancia, de las mentiras, de la manipulación… al igual que la guerra nos educa para aportar más guerra, la paz nos educaría para aportar más paz. Nos educaría para no arrojar sombra sino iluminar. Nos educaría para solucionar conflictos de manera perpetua con métodos sabios, no para apartarlos temporalmente con acciones violentas y destructivas…
Esto ya es respeto por las palabras. Hasta que no seas alguien que busque la iluminación, hasta que dejes de anteponer las normas al espíritu, hasta que veas las consecuencias reales de los actos destructivos… llamar “paz” a esto que vives sería como llamar a una perra moribunda con el nombre de tu madre y violarla con un palo de hockey.
Y no tiene nada de poético vivir en guerra. No somos soldaditos desfilando felices esperando a que acabe el servicio para ver a nuestras novias, somos personas asustadas que disparan y gritan entre lágrimas hasta que nos alcanza una bala y creemos que será la que nos matará. Si ves algún tipo de arte en ello y crees que es un modo de vida digno y necesario, en lugar de algo que, paradójicamente, se deba luchar para erradicar de raíz… de verdad tienes una enfermedad mental.

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