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La última persona de la tierra

Ya quedaban pocas personas. Poco a poco desaparecía la gente, Salva les hacía desaparecer.
Todo empezó con su ex-novia. Al principio conectaron, pero en un tiempo descubrió su verdadera faceta: egoísta, manipuladora, embustera… cada vez que cometía un error, o le intentaba echar la culpa a otra persona, o intentaba dar pena. Salva vivía en una situación insostenible. De verdad le horripilaba esa persona, pero por algún motivo se sentía unido a ella.
Otras personas simplemente se rinden y viven el resto de sus días unidos a las personas que les irritan, sin intentar comprender esa unión. Salva no es así, él quería entender por qué estaba destinado a estar con esa persona. La observó y analizó durante días, en los que fue pareciendo una persona cada vez más repulsiva.
Tras semanas de analizar a su novia, no llegó a ninguna conclusión. Fue entonces cuando Salva se culpó a sí mismo por incompetente, y al culparse por fin se dio cuenta: ¿Y si llevaba semanas analizando a la persona equivocada?
Así fue cómo Salva dejó de fijarse en su novia, y empezó a fijarse en sí mismo. Y no le gustó nada lo que vio. Cuando se relacionaba con otras personas, él adoptaba exactamente las mismas actitudes repulsivas que su novia adoptaba con él. Ella no era lo que buscaba, era lo que se merecía.
Salva empezó a corregir su actitud para con los demás. Dejó de exigir a los demás, empezó a asumir la responsabilidad de sus actos en vez de victimizarse, empezó a ser totalmente sincero… aún así la relación con su novia no mejoró, incluso ella iba perdiendo el interés.
Llegó un día en el que ya no tenía nada que ver con ella. Ese día, desapareció. Salva ya no tenía novia, y no volvería a saber de esa persona nunca más. Era como si se hubiera desvanecido por completo.
Salva se sentía apenado, pensaba muchas veces en su ex-novia. Mientras tanto, cada día una vecina le exigía compañía, algo que a Salva le incomodaba bastante. La vecina no quería estar con Salva porque le amaba, quería estar con Salva porque se sentía sola… y Salva volvió a sentirse identificado. Comprendió que no echaba de menos a su ex-novia, solo tenía miedo a la soledad.
El día que se enfrentó a su miedo y lo venció, fue el mismo día que la vecina desapareció por completo.
Así fue cómo Salva empezó a cambiar su manera de ser. Cada vez que veía a alguien con una mala actitud, la corregía en él mismo. Luego esa persona desaparecía sin dejar rastro. Un señor antipático, un vendedor amargado, una señora aprovechada… todo eran reflejos de malas actitudes de Salva, y todos desaparecían cuando Salva se esforzaba por mejorar.
Llegó un momento en que Salva era una persona sin defectos. Llegó un momento en que Salva nunca volvió a relacionarse con ninguna otra persona irritante o molesta.
Salva había comprendido que nadie fue real nunca. Todo el mundo eran proyecciones de sus malos hábitos. Tras unos estudios, vio que sus conductas crean reflejos que le devuelven sus propias vibraciones. Por siempre ha vivido rodeado de partes de él mismo. ¿O él mismo es parte de los demás? Si los demás eran vibraciones y reflejos, ¿él también lo era?
Salva se paró a meditar. No generó ninguna vibración, y paró las que ya habían generado. Poco a poco las personas fueron desapareciendo conforme Salva meditaba. Poco a poco todo desaparecía. Finalmente, el cuerpo y la mente de Salva desaparecieron. Todo era puro, todo era paz. Se acabó por fin el sufrimiento.
Todos podemos ser Salva. Por favor, acaba con esto.

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