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Mostrando entradas de agosto, 2019

Palabras

"Te quiero... Dani" Esas fueron las últimas palabras de un hombre que fallecía en un accidente de tráfico. Su cuerpo se paralizaba y él se dormía convencido de lo que había dicho. A tres calles del accidente, Dani estaba en la cama con otro hombre. En 10 minutos recibiría la llamada de que su esposo había muerto. Sus últimas palabras pudieron haber sido de agradecimiento o afecto hacia personas que enriquecieran su vida. Su madre, que siempre le apoyó. Su hermana que le acogió cuando su padre le echó de casa. Su sobrina, que le ayudó a pasar esa depresión... Sin embargo, sus últimas palabras fueron dedicadas a un chico guapo que conoció hace 8 meses en una discoteca, y que se estaba corriendo dentro de otro mientras dichas palabras eran pronunciadas. De todas formas... nadie oyó esas palabras, ¿qué más da? en un acto de enajenación premortem se aferraría emocionalmente a aquello que, en aquél momento, le chutara esa dosis de endorfinas justas para sentirse bien y, por eso, pa

Música

Los trabajadores, cansados, entonan un blues. Luego quedan con sus chicas y bailan salsa. Reggaeton para deseos carnales de sonrisa falsa. Rock and roll para divertirse, a pesar de todo. Música clásica para embellecer una casa de lodo. O relajarse con algo de Reggae y un buen porro. Tiernas baladas para enamorados. Death metal para los encabronados. Bailar charleston a medianoche. Llorar con coplas en el coche. En un concierto de indie tocando la lenta te dejó. Funky de los 90 mientras te masturbas pensando en esa chica amante del rock gótico que como una guitarra tiene sus curvas. El k-pop le da a tu estantería un toque exótico. El rock psicodélico tiene un toque hipnótico. Mientras suenan Power ballads, acariciar tu cintura. Que suene grindcore para hacer alguna locura. Que el Rap me inspire y que el público te admire. Hard Rock y cocaína. Jazz suave y aspirina. Nostalgia de viejos tiempos de vinilos en pesetas. Vivir el ahora delante de un escenario. Vivir el ahora encima de un esc

La obra de Martin

Martin se crió en un ambiente teatral, y de tanto ver las mismas obras día tras día, empezó a observar al público: las risas, los sonidos de asombro, los llantos... y al final un enorme aplauso. Conforme Martin iba creciendo, vio paralelismos entre la dinámica del teatro y la vida real: momentos angustiosos, felices... y decidió vivir la vida disfrutándola tanto como ese público imaginario disfrutaría viéndole. Martin vivió pensando en ese público, y en cómo reaccionaban tras cada evento de su vida. Llegó hasta tal punto que, cuando pasaba algo gracioso, esperaba para hablar, dándole tiempo al público para que deje de reir. Era una rareza que pasaba desapercibida, incluso a una chica le pareció "mono". Chica con la que pasó el resto de su vida. Un matrimonio largo, con altibajos. Con Martin cada vez más pendiente de su público que de su vida real. Pasaron los años de una vida idílica, hasta llegar al tierno y triste momento de varios familiares frente la cama de un viejo Mart

Mentira y verdad.

La vida es una mentira que nos empeñamos en creer mientras nadie nos mira, a punto de desaparecer. Una mentira golosa que oculta una verdad espantosa, bendita mente prodigiosa que ideó tal ilusión milagrosa. Mas no es perfecta pues nos hace sufrir ¿Una tortura correcta? ¿Una cárcel de la que huir? ¿Cuál será la verdad que esconde este agobiante engaño? Igual a mi corazón corresponde, o igual me podría hacer daño. Curiosidad o cobardía, paciencia o agonía. ¿Mentir por amar o por un paraíso ocultar? No sé si quiero la verdad cuando la mentira es tan interesante, Pero ¿Y si tener los ojos abiertos resulta ser aún más cargante? No quiero ni verdad ni mentira, quiero el humo que la realidad aspira.

Cómo cambié mi divinidad por una manzana.

Quien me conoce sabe que soy muy aficionado a viajar. De todas las maneras, por cualquier excusa. Viajar da una nueva perspectiva, crea anécdotas maravillosas con las que enriquecer tu vida y la de los demás. Esto que os voy a explicar es mi último viaje. No contaré los detalles que me llevaron hasta ello. Mi viaje empieza a los 20 minutos de que aquél hombre sabio me diera ese brebaje. Me tumbé en mi cama y me desmayé. De repente me vi a mí mismo en un aeropuerto. Normalmente con la euforia de querer subir al avión para ver qué deparará el futuro, poca gente suele girarse para ver lo que deja atrás. Yo ya cometí ese error, así que esta vez miré atrás para ver bien de qué me despedía. Era yo. Y también estaba yo. Y yo también. Y también yo. Eran todas las versiones de mí que han existido antes de cada evento de mi vida que me marcó. No pude evitar llorar. Y me hablaron. Cada uno con la personalidad que tuve en aquél entonces. Algunas irritantes, otras demasiado inocentes. No pude más q