"Te quiero... Dani"
Esas fueron las últimas palabras de un hombre que fallecía en un accidente de tráfico. Su cuerpo se paralizaba y él se dormía convencido de lo que había dicho.
A tres calles del accidente, Dani estaba en la cama con otro hombre. En 10 minutos recibiría la llamada de que su esposo había muerto.
Sus últimas palabras pudieron haber sido de agradecimiento o afecto hacia personas que enriquecieran su vida. Su madre, que siempre le apoyó. Su hermana que le acogió cuando su padre le echó de casa. Su sobrina, que le ayudó a pasar esa depresión... Sin embargo, sus últimas palabras fueron dedicadas a un chico guapo que conoció hace 8 meses en una discoteca, y que se estaba corriendo dentro de otro mientras dichas palabras eran pronunciadas.
De todas formas... nadie oyó esas palabras, ¿qué más da? en un acto de enajenación premortem se aferraría emocionalmente a aquello que, en aquél momento, le chutara esa dosis de endorfinas justas para sentirse bien y, por eso, parece que decidiera que aquél chico era la persona a la que debiera dedicarle sus últimas palabras.
Pero fueron palabras que murieron en el aire, igual que el placer que obtuvo Dani antes de recibir la llamada, igual que la canción que acabó de sonar justo antes de que la radio del coche fuera aplastada... igual que todo aquello que existe. Desde un orgasmo hasta el dolor más intenso, todo muere en el aire.
Absolutamente todo lo que hagáis o sintáis, morirá antes que vosotros. Lo último no es más importante, simplemente llegó tarde.
Esas fueron las últimas palabras de un hombre que fallecía en un accidente de tráfico. Su cuerpo se paralizaba y él se dormía convencido de lo que había dicho.
A tres calles del accidente, Dani estaba en la cama con otro hombre. En 10 minutos recibiría la llamada de que su esposo había muerto.
Sus últimas palabras pudieron haber sido de agradecimiento o afecto hacia personas que enriquecieran su vida. Su madre, que siempre le apoyó. Su hermana que le acogió cuando su padre le echó de casa. Su sobrina, que le ayudó a pasar esa depresión... Sin embargo, sus últimas palabras fueron dedicadas a un chico guapo que conoció hace 8 meses en una discoteca, y que se estaba corriendo dentro de otro mientras dichas palabras eran pronunciadas.
De todas formas... nadie oyó esas palabras, ¿qué más da? en un acto de enajenación premortem se aferraría emocionalmente a aquello que, en aquél momento, le chutara esa dosis de endorfinas justas para sentirse bien y, por eso, parece que decidiera que aquél chico era la persona a la que debiera dedicarle sus últimas palabras.
Pero fueron palabras que murieron en el aire, igual que el placer que obtuvo Dani antes de recibir la llamada, igual que la canción que acabó de sonar justo antes de que la radio del coche fuera aplastada... igual que todo aquello que existe. Desde un orgasmo hasta el dolor más intenso, todo muere en el aire.
Absolutamente todo lo que hagáis o sintáis, morirá antes que vosotros. Lo último no es más importante, simplemente llegó tarde.
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