El otro día fui prisionero,
no por rebelde, ni por malo,
quisiera dejarlo claro,
estuve preso porque quiero.
Porque quise bajar al infierno
a quemarme la piel con su fuego,
porque volví a sentir el apego,
porque quise saborear el anhelo,
porque quise pensar en lo eterno.
El otro día fui prisionero en cama,
sin mordazas, ni cadenas,
pero inmóvil, escuchando a quien me llama,
sin siquiera reales condenas,
sin siquiera merecer la fama.
El otro día me rendí a la tierra,
derrotado,
perdido,
cansado,
deprimido.
Mas no ha acabado la guerra.
El otro día me negué a sonreír,
y tuve que soportar miles de "qué te pasa?"
siento no haberte traído souvenir,
siento no ser tan bueno como tú en vivir,
pero la ayuda que recibo es escasa.
El otro día, cuando quise salir de prisión
le di un beso a mi querida.
Amiga, madre, abuela, portadora de vida.
¿Por qué crees que quiero tu aprobación?
¿Pretendes ayudar aunque nadie te lo pida?
Si no la amas, respéta a quien la ame.
Si la amas, respétala a ella.
Pero no repitas el discurso infame,
mas no dejaré que tu odio deje huella.
Yo fui prisionero
y ella me salvó.
Tú ignoraste mi duelo,
y ella me consoló.
No maldigo el día
que tomamos caminos separados,
maldigo el día
en que empezamos a ser ignorados.
Maldigo el día
que quisiste atacar a los condenados.
El otro día fui prisionero,
y supe que contigo no puedo contar,
decidí salvarme como yo quiero.
¿Tengo que escucharte criticar?
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